Evaluación educativa y pedagógica
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Actualmente, la enseñanza está al servicio de la educación, y por lo tanto, deja de ser objetivo central de los programas la simple transmisión de información y conocimientos.
Existiendo una necesidad de un cuidado mayor del proceso formativo, en donde la capacitación del alumnado está centrada en el autoaprendizaje, como proceso de desarrollo personal, donde el docente es un mediador por excelencia. Bajo esta perspectiva educativa, la evaluación también ha ido adquiriendo una nueva dimensión, con la necesidad de personalizar y diferenciar la labor docente.
En este sentido, cada alumno es un ser único, es una realidad en desarrollo y cambiante en razón de sus circunstancias personales y sociales. Un modelo educativo moderno contemporiza la atención al individuo, junto con los objetivos y las exigencias sociales.
Es por ello que la evaluación puede concebirse como un proceso dinámico, continuo y sistemático, enfocado hacia los cambios de las conductas y rendimientos del estudiante, mediante el cual verificamos los logros adquiridos en función de los objetivos propuestos. Así, la evaluación adquiere sentido en la medida que comprueba la eficacia y posibilita el perfeccionamiento de la acción docente.
Hoy día los nuevos enfoques y paradigmas educativos en aras de modernizar y transformar los cánones del actual sistema educativo han buscado nuevas orientaciones en los aspectos que aborda el tema de la evaluación. Es por ello que se destaca un elemento clave de la concepción actual: no evaluar por evaluar, sino para mejorar los programas, la organización de las tareas y la transferencia a una más eficiente selección metodológica, en donde la evaluación tenga como rumbo el moldeado de cada estudiante en su proceso de aprendizaje, es decir, la evaluación por parte del docente debe convertirse en un mecanismo que no tienda a juzgar y a calificar severamente, sino de advertir, aconsejar, mejorar, recomendar las fortalezas y debilidades de cada uno para que desde allí pueda entonces avanzar eficiente y eficazmente.
No obstante, se considera que la evaluación, en el ámbito de la educación, no se ha analizado aún desde un enfoque pedagógico en donde se plantee como problema la búsqueda de una visión antropológica donde fundarse, de una teleología que oriente sus finalidades y derive de ellas su enfoque metodológico y su praxis objetiva. Su análisis se ha quedado en los aspectos técnicos sin hacer ninguna reflexión en otro sentido. Es decir, en estos nortes se ha tratado profundamente por reorientar el carácter cuantitativo de la evaluación trasladando ahora como esquema de mayor importancia y relevancia el componente cualitativo del estudiante, así la evaluación educativa es un enfoque con prospectivas de carácter holístico.
En general, en los sistemas educativos se evalúa sólo a los alumnos, se evalúan conocimientos y resultados del aprendizaje. Su función es casi exclusivamente calificar, seleccionar, controlar. La evaluación de los docentes se reduce a la aplicación esporádica de alguna planilla de observación que luego se archiva con la conciencia de su escaso valor. Las instituciones educativas no se evalúan y por ende muchas veces no lo hacen los mismos docentes.
Asimismo, la evaluación no posee un sentido pedagógico sino que se ha transformado en un elemento de control y de selección que se encuentra en manos de la persona que evalúa dependiendo de sus criterios, los que generalmente son subjetivos. En su estado actual, antes que personalizar deshumaniza, puesto que tiende a juzgar y emitir criterios de valor sobre el estudiante que muchas veces distorsionan el sentido mismo de la evaluación, por ejemplo, un docente puede colocar baja nota a un estudiante en un examen de selección, verdadero y falso, sin haberse dado cuenta que en otras oportunidades ese mismo estudiante saco máxima calificación en un examen de tipo analítico.
Es por ello, que la moderna concepción de la evaluación en la educación trata de ir mas allá de una simple calificación en el seguimiento de aprendizajes, se busca reorientar al estudiante al evaluar sus capacidades cognoscitivas, afectivas, psicomotoras, pero sobre todo es una evaluación pedagógica y andragogica, es decir, no es una evaluación que se busca y se coloca por un numero vacío o abstracto, sino que se perfila hacia el perfeccionamiento del ser humano en su proceso educativo integral.
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